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Realizamos numerosos análisis empíricos con los que nos dimos cuenta de la regla de las dos pajas.
Cuando teníamos un partido importante, a veces me hacía una paja antes del partido (en el vestuario no, en mi casa, enfermos), luego llegaba al encuentro y me encontraba extremadamente relajado, demasiado, tanto, que no rendía bien. Las veces que me presentaba al partido y no me había hecho la paja, sin embargo, llegaba demasiado nervioso, tampoco rendía bien.
Llegué a la conclusión de que al hacerte dos pajas antes del encuentro llegabas tranquilo y despierto; la primera paja te tranquiliza y la segunda paja te despierta. Así es como hoy por hoy, siempre que tengo un acontecimiento importante me hago dos pajas. Siempre dos.
Nunca hagáis tres. Nunca. No lo probéis. DOS es el número.