En el jardín de mi alma, florece la tristeza, Madre amada, mi corazón se desgarra con firmeza, Mis lagrimas se entrelazan en un mar de pesar, Porque en cada herida causada, no supe amar.

Perdona, madre mía, por las noches de desvelo, Por cada palabra hiriente, por el tormento sin consuelo, Fui un viento implacable, que arraso con tu calma, Ahora, arrepentido, clamo por tu dulce alma.

En el espejo veo reflejada mi propia cobardía, Mis acciones egoístas, mi negligencia día tras día, Eres mi faro de amor, mi guía en la tormenta, Y yo, ciego y errante, no supe valorar tu presencia.

Las palabras se quedan cortas, madre, para expresar, La magnitud de mi dolor, el peso de mi pesar, Imploro tu perdón, con lagrimas en mis ojos, Que mi arrepentimiento sea nuestro lazo de nuestros abrazos.

Madre, eres el sol que ilumina mi sendero, El amor mas puro, eterno y sincero, Permite-me enmendar los errores cometidos, Y escribe una nueva historia, con amor compartido.

Lucas