cuando vamos a jugar?

TE EXTRAÑO

Y fue así que Peperino huyó hasta que llegó a la ciudad de Kamet donde un montón de gente salió a recibirlo. Y Peperino entonces les dijo: “Oiganmen, ñatos de corazón. Es más posible, mucho más posible, que un potus florezca en primavera a que un Ángel pase con una remera”.

Fue así que lo acor-aueaueu lo llevaron a Peperino hasta que encontró a la niña, una niña hermosa, una púber de apenas unos quince añitos, con una tez muy blanca. unos labios como el rubí, rosa, una piel formidable, una nenita muy débil. Entonces Peperino dijo: “¿Qué fazéis niña fuermoza, faziendo flautitas en el forno, mientras tus fermanas fuman un fabano afuera. Déjenme solo. Y denme unos diez minutos”. Fue así que todos se fueron y Peperino quedó a solas con ella, y Peperino entonces alzó su manito y le dijo: “Niña, ¿cuántos?”. Y la niña dijo: “dos”. Volvió Peperino a preguntarle: “¡¿Cuántos?!”. Y la niña dijo “cuatro”. Entonces alzó Peperino sus dos manos, las posó sobre su cabeza y le dijo: “Tócame los lienzos”. Y la tocó, y la frotó, y la sanó. A Lo que toda la multitumbre que estaba afuera empezó a gritar: “¡Peperino degenerado! ¡Peperino degenerado! ¡Apedreenlón ¡Tirenlón!”

La multitumbre allí reunida se preguntó entre sí hasta que una mujer alzada preguntó: “Peperino, Peperino”, dijo, “Soy Miriam G. Hoy es 8 y todavía no me vino”. Peperino la miró y le dijo: “¿Es por eso mujer que te has acercado hasta aquí?”. Ella le contestó: “No, Peperino, mi hija está enfermita. Tiene apenas quince añitos y es bizca”. A lo que Peperino dijo: “Llevadme hasta ella”.

Querido televidiente, cómo estáis, cómo os sentéis hoy, día del remis. Y estos días de lucuraciones y trungulencias, quisiera traer a colaboración aquellas palabras del mártir Peperino Pómoro junto al Rolo Puente.
Estando Peperino -según el libro de las flatulaciones, en el pasaje Vicente rubino, la primera carta a los guidos gorgatis- nos dice: estando Peperino sentado junto al pelado. Estaban también los trogloditas y sus discípulos: Livé, Tomé, Sobé y Lamí. Les habló de las cuncupizencias diciendo “Yo soy Peperino, el que siempre pone el vino. Yo soy aquel que come los huevos con el tocino”.