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Al intentar el disparo, se percató de que su coordinación entre pies y cabeza no era la mejor, por lo que falló el tiro. Rápidamente intentó corregirlo con el otro pie, pero volvió a fallar.
Finalmente, optó por devolver el balón con las manos, pero el daño ya estaba hecho. Ese día marcó un hito en su vida, ya que desde ese preciso instante, Haci sintió una vergüenza inimaginable cada vez que recordaba este incidente. Todo el alumnado y profesorado presenciaron su fallido intento durante el torneo.