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No todos entienden lo que es ser de Excursio.
No es solo ponerse la verde y blanca los domingos. Es bancar en las buenas y en las malas, es caminar hasta el Bajo aunque el viento te empuje en contra. Es gritar los goles como si fueran los primeros de tu vida, abrazarte con un desconocido porque también vibra por estos colores.

Excursionistas no es un club gigante, pero es enorme en corazón. Tiene una historia escrita con lucha, con pasión de barrio, con gente que deja el alma en cada partido, en cada bandera pintada a mano, en cada bombo que suena como latido del tablón.

Ser de Excursio es ser distinto.
Es elegir el sentimiento antes que el resultado. Es saber que la gloria no siempre se mide en trofeos, sino en el orgullo de pertenecer, en la identidad de un escudo que representa a generaciones. Porque acá, los viejos te enseñan y los pibes siguen el legado. Acá no se abandona.

Cada rincón del Coliseo vibra con historias. Historias de amor, de familia, de resistencia.
Porque Excursionistas es eso: una pasión que se hereda, una llama que no se apaga. Somos los que sueñan en voz alta, los que pelean cada ascenso como si fuera el Mundial. Y aunque a veces duela, siempre estamos. Siempre volvemos.

Porque ser de Excursionistas es un privilegio.
Y al que lo siente… no hace falta explicárselo.
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