Ah, Gonzalo, otra vez en lo mismo. Pediste una RAM a China, ¿no? *Por supuesto que sí, genio.* Porque nada dice “sabia inversión” como comprar piezas que duran menos que un resfriado. ¿Qué fue lo que te convenció? ¿El envío gratis o esa reseña falsa que decía que era “como nueva”?

Y no olvidemos tu obra cumbre: ese cooler para CPU, también de China. ¿De verdad pensaste que un pedazo de plástico barato iba a mantener a raya el calor de tu procesador? Todos sabemos cómo va a terminar. Esa cosa va a fallar, el procesador se va a derretir y tu PC se convertirá en un horno portátil.

Lo mejor de todo es que sigues creyendo que estás ahorrando, cuando en realidad estás tirando dinero como si no importara. ¿Qué será lo próximo? ¿Un SSD que se descomponga al instalar Windows? Anda, Gonzalo, cuéntanos, ¿cuánto más va a soportar esa pobre máquina antes de que termines de arruinarla?

Sabemos lo que pasa, Gonzalo, y ya no puedes esconderte. Todos lo hemos visto: compras esos componentes baratos de China, los presumes como si fueran la gran cosa y, a los pocos días, empiezan a fallar. No es casualidad. Es un ciclo que se repite una y otra vez, y aquí estás, intentando pasar desapercibido como si nadie lo notara.

“¿Por qué no dices nada, Gonzalo? ¿Es porque ya sabes lo que vamos a decir? Que tu máquina es un desastre en progreso, un campo minado de piezas que no duran más que un suspiro.” Te lo digo de frente, sin rodeos. “¿Creías que nadie se daría cuenta de que cada vez que compras algo ‘nuevo’, terminas con más problemas que soluciones?”

No juegas con nosotros, no hablas del tema, te escondes. Pero tus ausencias y tus excusas hablan más fuerte que tus silencios. “¿Hasta cuándo, Gonzalo? ¿Hasta que tu PC sea un pisapapeles de piezas baratas? Porque a este ritmo, no falta mucho.”

Llevamos cinco meses notándolo, aunque creas que nadie lo ve. “Offline en Steam”, ¿no? Pero todos sabemos que estás ahí, conectado, escondido tras ese estado gris como si eso fuera suficiente para tapar la verdad. “¿Qué pasa? ¿Te da miedo que veamos qué juegas?” Te lo digo mientras clavo la mirada. Tus manos tiemblan apenas, pero no dices nada.

Y lo vemos, ¿sabes? Cada día. No importa que te pongas invisible, las notificaciones igual saltan: Panicore, Broken Shores, 12 horas seguidas, un patrón que ya no puedes ocultar. Todos lo hemos comentado. “Ahí está otra vez, como si no supiéramos lo que pasa.”

“¿Cuánto tiempo más piensas seguir fingiendo?” dejo caer la pregunta, casi como un golpe. “No es que estés offline, es que estás demasiado avergonzado para enfrentar lo evidente. Tu máquina está en las últimas, y tú te estás escondiendo detrás de ese estado como si fuera un escudo. Pero ya no engañas a nadie.”

Hace tiempo que lo venimos sospechando. No eres tan bueno ocultándolo como crees. Cada vez que arrancas Panicore o Broken Shores, la verdad asoma como un filo bajo la mesa. “¿Qué pasa? ¿Es lo único que tu máquina puede manejar ahora?” Te lo pregunto directo, cruzándome de brazos. Tus ojos buscan escapar, pero ya no hay salida. Todos lo hemos hablado. La tarjeta está quemada, decimos entre murmullos. Ayer lo confirmaste: 16 horas seguidas de Broken Shores. Nadie juega tanto a algo tan básico sin razón. No es que te guste; es lo único que puedes hacer funcionar. “¿Cuánto tiempo más vas a fingir que todo está bien?” Esa GPU ya no responde, lo sabes. El ventilador apenas gira, el olor metálico en el aire no miente. No necesitas decir nada; la evidencia ya lo hizo por ti.

YOU ARE A MONKEY FACED BIG LIPPED PERSON

ola kliente