Steam'i Yükleyin
giriş
|
dil
简体中文 (Basitleştirilmiş Çince)
繁體中文 (Geleneksel Çince)
日本語 (Japonca)
한국어 (Korece)
ไทย (Tayca)
Български (Bulgarca)
Čeština (Çekçe)
Dansk (Danca)
Deutsch (Almanca)
English (İngilizce)
Español - España (İspanyolca - İspanya)
Español - Latinoamérica (İspanyolca - Latin Amerika)
Ελληνικά (Yunanca)
Français (Fransızca)
Italiano (İtalyanca)
Bahasa Indonesia (Endonezce)
Magyar (Macarca)
Nederlands (Hollandaca)
Norsk (Norveççe)
Polski (Lehçe)
Português (Portekizce - Portekiz)
Português - Brasil (Portekizce - Brezilya)
Română (Rumence)
Русский (Rusça)
Suomi (Fince)
Svenska (İsveççe)
Tiếng Việt (Vietnamca)
Українська (Ukraynaca)
Bir çeviri sorunu bildirin
mi cuerpo fue a moldear,
en el gimnasio local
del barrio donde nací.
A pichicatazos crecí,
con esfuerzo y sudor,
levantando con rigor
pesas duras cada día,
y aunque el músculo dolía,
me forjaba con valor.
Sentadillas bien profundas,
pesas, barras, ¡qué sudor!
y entre risas y vigor
mis bíceps se agrandaban.
Entre pesos se forjaban
los sueños de ser gigante,
y así, en cada instante,
un centímetro gané,
sin contar cuando fallé
y los pichicatazos dolían.
De proteínas un crack,
con calorías, un genio,
pero aunque tuve un ingenio
la técnica me falló.
Y en esos días de error,
cuando el hierro no subía,
sentí que el cuerpo me decía:
“¡No te rindas, que hay razón!”
A pichicatazos crecí,
mi cuerpo fue a formar,
en el gimnasio local
del barrio donde nací.
A pichicatazos crecí.
⣿⣿⣿⣿⡟⠁⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠹⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⡿⠀⢀⣴⣶⣦⣴⣿⣷⣶⣶⣄⢹⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⡇⢀⠜⠛⠿⢿⣿⣿⡿⠿⠿⣿⠀⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣇⢼⡞⡉⠁⠀⣿⡟⣠⡘⣷⣾⣐⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣇⢰⣯⣭⡀⢠⣿⣷⣾⣿⣿⣿⣽⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣧⣉⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⡟⠛⠿⠿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⣿⣿⡇⠹⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿⣿
⣿⣿⣿⡏⠈⢇⡀⠙⢻⣿⣿⣿⣿⣿⡟⢻⣿⣿⣿⣿