Installer Steam
connexion
|
langue
简体中文 (chinois simplifié)
繁體中文 (chinois traditionnel)
日本語 (japonais)
한국어 (coréen)
ไทย (thaï)
Български (bulgare)
Čeština (tchèque)
Dansk (danois)
Deutsch (allemand)
English (anglais)
Español - España (espagnol castillan)
Español - Latinoamérica (espagnol d'Amérique latine)
Ελληνικά (grec)
Italiano (italien)
Bahasa Indonesia (indonésien)
Magyar (hongrois)
Nederlands (néerlandais)
Norsk (norvégien)
Polski (polonais)
Português (portugais du Portugal)
Português - Brasil (portugais du Brésil)
Română (roumain)
Русский (russe)
Suomi (finnois)
Svenska (suédois)
Türkçe (turc)
Tiếng Việt (vietnamien)
Українська (ukrainien)
Signaler un problème de traduction
🟨🟨🟨🟨⬛
🟨🟨🟨🟨🟨⬛
🟨🟨🟨🟨🟨🟨⬛⬛
🟨🟨⬛⬛⬛⬛⬜⬜⬛
🟨🟨⬛⬜⬜⬛⬜⬜⬜⬛
🟨⬛⬜⬜⬜⬜⬛⬜⬛⬜⬛
🟨⬛⬜⬜⬛⬜⬜⬛⬛
🟨🟨⬛⬜⬜⬜⬜⬛🟨⬛
🟨🟨🟨⬛⬛⬛🟨🟨🟨⬛
🟨🟨🟨🟨🟨🟨🟨⬛⬛⬛
🟨🟨🟨🟨🟨⬛⬛⬛⬛⬛
🟨🟨🟨🟨⬛⬛⬛🟫🟫⬛
🟨🟨🟨⬛🟫🟫🟫🟫🟫⬛
🟨🟨⬛🟫🟫🟫🟫🟫🟫🟫⬛
🟨🟨⬛🟫⬛🟫🟫🟫🟫⬛
🟨🟨⬛🟫⬛⬛⬛⬛⬛
🟨🟨⬛🟫🟫🟫⬛ omelo
El pérfido ataque militar a nuestra tierra, iniciado el 22 de junio por la Alemania de Hitler, continua.
A pesar de la heroica resistencia del Ejército Rojo, y aunque las más selectas divisiones enemigas y las mejores unidades de la fuerza aérea han sido hechas pedazos y han encontrado su muerte en el campo de batalla, el enemigo sigue avanzando, lanzando fuerzas de refresco al ataque.
¿Cómo puede haber sucedido que nuestro glorioso Ejército Rojo haya rendido un número de nuestros ciudadanos y distritos a los Ejércitos fascistas? ¿Es realmente cierto que las tropas de la Alemania fascista son invencibles, como es pregonado sin cesar por los jactanciosos propagandistas fascistas? ¡Por supuesto que no!