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Emilio, sin despegar la vista del monitor, respondió: "Nah, hoy no puedo, juego con mi pareja." Al instante, los mensajes no tardaron en llegar: "¡Amarillento kl, te nos vendiste!", escribió Kuis, con un "xd" al final.
Emilio solo sonrió y respondió: "Perejil re kl, te creí vio", mientras se acomodaba en su silla para seguir jugando. Al final del día, Emilio sabía que estaba donde quería estar, disfrutando con quien más quería, y dejando las tallas de los amigos para otra partida.
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Oye, te voy a contar del compadre Amarillo, ese loco que siempre anda más perdido que el teniente Bello. ¡Es que es más raro que perro verde! Te juro, de un color tan amarillo que parece que se echó mostaza por todo el cuerpo. La gente del barrio lo mira de reojo, pero él se pasea por la plaza como si fuera el dueño del circo.
Una vez, lo caché en la feria peleando con la casera porque le subió el precio de las paltas. “¡Estái puro leseando!”, le dijo, con la cara más seria que un funeral sin llanto. Al final, igual se llevó sus paltas, pero pelando todo el rato.
Y ni te cuento cuando se sube a la micro, ¡uf! Siempre se queda dormido, y más de una vez se ha pasado de largo. El chofer lo despierta: "Oye, ¿pa' dónde vai?" Y el compadre, más colgado que un mono en la mata, responde: "Ah, chuta, me fui en volá'."