Recent reviews by ElRoSSo

Media hora de visual novel con malas decisiones allá donde se ramifique. O simplemente decisiones. El problema es que la vida es complicada y tu casa es sagrada.

A small collection of puzzles that once again showcases Under the Bed Games' talent for creating engaging experiences with an enchanting atmosphere. Buy their Tales from Candlefort if you enjoyed it!

Este juego, como su juicio, debe ir al grano: Animal Well es uno de los títulos mejor diseñados que he visto en mi vida. Esto, teniendo en cuenta que se trata de un proyecto creado una sola persona durante siete años en el que existen varias capas de profundidad que en sus últimos compases requiere del esfuerzo común de toda su comunidad de jugadores para sacarle todo el jugo, es mucho decir.

Centrándonos en lo que un ser humano racional es capaz de afrontar aquí, estamos ante un refinadísimo metroidvania con puzzles realmente inteligentes pero asequibles que puede completarse en no más de diez horas. A partir de aquí, comienza el literal y figurado descenso por la madriguera de conejo, donde cada uno se "saciará" en un momento determinado hasta que tenga que echar mano de una guía para resolver ciertos enigmas antes de que nos de un derrame cerebral. Me da migraña solo con pensar en el proceso de diseño que se ha tenido que seguir aquí, y más teniendo en cuenta que el motor del juego ha sido diseñado desde cero por su creador. Que algo así ocupe menos de 40MB debería estudiarse en escuelas de diseño.

Animal Well es una obra de arte y una nueva demostración de que no está todo inventado por mucho que, en el fondo, estemos ante un juego de puzzles y plataformas con adorables gráficos pixelados. Pero es que ahí está la magia, en sentirnos engañados por la presunción y las expectativas gracias a gente como Billy Basso, Daniel Mullins, Lucas Pope o cualquier otra alma cándida de las que siguen creyendo en que los videojuegos se miden por magnitudes cualitativas y no otras zadandajas que pueblan los tops.

Por cosas como esta merece la pena seguir apasionándose por los videojuegos.

Con los años y el auge del las compras digitales hemos perdido el foco de lo que significada disponer de una pequeña colección de juegos físicos acotados por una naturaleza compacta y almacenados en una estantería. No hablo de fetichismo, sino de la embriagadora sensación de que hay una narrativa dentro de lo que una consola o época específica del software lúdico quería demostrar.

UFO 50 recupera esos rituales y lugares comunes con cintas de casete o cartuchitos metidos en un cajón junto a la TV pequeña de la sala de estar. No juegas al Barbuta o al Campanella sintiéndote obligado a pasar por todo su catálogo para amortizar esta compra: descubres juegos de esta máquina ficticia porque los sacas de la estantería, les quitas el polvo y te adentras en un todo tan heterogéneo como armónico atraído por el nombre o su nada definitoria portada. Juegas no por sacarte los logros, sino porque puedes sorprenderte sin hipotecar tu tiempo o expectativas. O mejor, lo haces porque quieres hacerlo.

En unos tiempos donde la industria se fagocita a sí misma en una constante vorágine de novedades que pretende hacer envejecer a lo inmediatamente anterior, UFO 50 crea una pequeña burbuja capaz de romper esa dinámica en unas condiciones que el enésimo jueguín indie retro no es capaz de replicar de forma autónoma. Toparse con el supuesto romset de una oscura consola olvidada es una experiencia mágica que, si fuera real, no sería tan genuina como este proyecto anacrónico que posiblemente no vuelva a repetirse hasta dentro de muchos años.

Jugar porque sí. Menudo placer.

Me he quedado totalmente desarmado después de terminar Perfect Tides.

Lo que parecía una inofensiva aventura gráfica amateur con reclamo nostálgico resultó ser un brillante relato coming-of-age en el que acompañamos a una adolescente a lo largo de un año lleno de esas experiencias vitales iniciáticas que todos hemos pasado, y que son las que comienzan a hacernos ver el mundo como realmente es. Creo que es muy complicado plasmar con naturalidad y cruda veracidad esta etapa tan llena de contradicciones sin caer en el pozo del drama pantanoso; de ahí mi sorpresa al comprobar que un titulillo point&click hecho con Adventure Game Studio puede adelantarle por la derecha al film de A24 más pintón.

Una delicia de historia en cuatro actos, uno por estación del año, en el que las mecánicas del género son un mero vehículo conductor accesorio, siendo la cotidianidad de los paseos sin rumbo de Mara por la pintoresca isla vacacional donde reside una fortísima forma de sentirnos conectados con ella, acrecentándose ese vínculo si también fuimos adolescentes en la era de las conexiones a Internet mediante dial-up a Internet, el efecto 2K y el nu metal.

En Perfect Tides se tratan temas tan sensibles como el desapego familiar, el abuso sexual, el duelo, la búsqueda de identidad o el bulling, todo ello con total naturalidad y complicidad con quienes, al igual que Mara, los hemos experimentado de una forma u otra durante esos primeros pasos reveladores que nos encaminan hacia la edad adulta. Y lo que es más importante, con el latente optimismo que la juventud te otorga a la hora de afrontar estos baches y revelaciones que te preparan para lo que está por llegar en la vida.

Mucho más reconocimiento para la obra de Meredith Gran, por favor. No dejo de pensar en la secuela que saldrá en 2025.

Todos somos Mara.

Media hora de culetes y tetillas cartoon sin más pretensión que mostrar que el arte de esta gente es una maravilla. A todos los efectos, un picoteo para que os hagáis con su primer juego comercial. ¡Comprad Thank Godness You're Here!

El dislate de la era flash in a nutshell.

Una lisérgica aventura point&click en primera persona que se adentra en los tropos del new weird echando sus raíces en el bohemio y especialito mundo de la composición musical y la devoción por el arte en general. En el sótano del hotel Norwood se celebra un sarao y tu objetivo es lograr colarte mientras conoces a una galería de personajes que viven retorcidas historias, y donde buena parte de lo que se cuenta es un constructo alegórico de libre interpretación. No por nada su creador, además de haber lanzado durante todos estos años varios juegos del mismo palo, es músico profesional, desprendiéndose claramente de cada línea de diálogo que esto es un batiburrillo de vivencias personales.

Dos horas y media bien invertidas que, al habérmelo pasado de una sentada y con COVID en el cuerpo, hace que su estética feista puntúe doble. Más juegos así y un remake del Normality, por favor. De momento voy a por un paracetamol, aunque sea más por el juego que por la fiebre.

Hay juegos que, de no ser por las reseñas, pasarían completamente desapercibidos por culpa de una fachada poco lustrosa. Al ver capturas y vídeos de Northern Journey uno podría quedarse erróneamente con la idea de que se trata del enésimo trasunto de Skyrim hecho con plantillas de Unity fusiladas por algún figura oportunista, pero nada más lejos de la realidad.

Northern Journey es raro en el buen sentido y atmosférico en el mejor de ellos. Un tosco y crudo viaje por tierras impregnadas en los tropos de la mitología nórdica. Una cosa fabulosa a medio camino entre el boomer shooter y la aventura de exploración y plataformas con escenarios interconectados donde prima el backtracking para buscar el siguiente objeto que nos desbloquee nuevos caminos. Todo huele a humedad, a verdor y a embriagador sentido de la aventura como si estuviéramos ante los pasajes más inspirados de un Zelda o Souls, pero técnicamente está muy lejos de cualquier referencia que pueda darse. Todo es muy Weird, muy extraño, de gnomos y troles viviendo en cuevas y brujas pirujas escondidas detrás de un árbol.

Una aventura de otro tiempo que bien podría encajar dentro de un recopilatorio pirata de principios de los 2000, una humilde propuesta que a todas luces debe considerarse como joya oculta. Eso sí, una joya deslucida y resquebrajada, pero resplandeciente como una perla para amantes de oscuros divertimentos muy alejados del top destacado de Steam.

El viaje de peyote de un funcionario del estado tras pasar años jugando al solitario de Windows y partidas limited a MTG con los colegas. Si entras, estás perdido.