“Me ha llamado la atención que algunos me llamen colaborador, como si el termino fuera despectivo.
Os pregunto: ¿Qué esfuerzo mayor que el de la colaboración existe?
En nuestras empresas enfrentadas por el momento, el no querer colaborar es no querer crecer, una insistencia en el suicidio si lo preferís.
¿Rechazó respirar aire el primer pez dotado de pulmones?
No. Reptó desde lo más profundo dejando atrás sus congéneres en el abismo oceánico mirando por siempre a la oscuridad, ignorantes y malditos a pesar de su eterna vigilancia.

¿Debe ser nuestro modelo el trilobite? Están todos los logros
de la Humanidad destinados a no ser más que una capa de fragmentos esparcida por una superficie fosilizada, atrapada entre el barro de hace millones de años del yacimiento de Burgess… Para ser fieles a nuestra naturaleza y a nuestro
destino debemos aspirar a hazañas más gloriosas. Ya hemos salido de la cuna, es inútil llorar por la leche materna cuando el verdadero sustento nos espera entre las estrellas. Y sólo la Unión Universal que las mentes más simples llaman “Combine” puede llevarnos allí. Por lo tanto si, lo admito, soy un colaborador. Todos debemos colaborar, de buen grado, con entusiasmo, si deseamos recoger los frutos de la unificación.
Y los recogeremos”.