Tanta suma. Tanta resta. Tanta arma. Tanta ceniza. Tanta ropa vieja.
Decidí que nadie es tan bueno ni tan malo como para ser imborrable.
Todo se olvida, todo deja de doler; las sensaciones siempre renuncian.

Decidí sembrar tulipanes sobre tanta tierra que se ha cruzado en mi camino.
Todo instruye, todo deja una lección; la traición siempre enseña...

Decidí que no hay tiempo para sentirme mal. El tiempo es corto.
Las horas se deslizan. Los días nunca retornan.

Decidí celebrar la vida sin detenerme en motivos. El corazón late y es suficiente.

Decidí que quiero descubrir una nueva esfera de la vida donde no haya cabida para burbujas rotas ni ilusiones podridas.

Decidí vivir sin límites y abrazar a quien quiera un asiento en el tren de mi humilde caminar. Todo sigue. Todo corre. Todo marcha hacia el horizonte.
Pero, al fin, decidí brindar a los demás lo justo y guardar los detalles accesorios para darme amor a mí mismo.
Decidí ser de mí, mi más grande admirador.

Tanta pasión escapada. Tanta uva pisada. Tanto verso.

Y tan poco me hace falta.