Soy Luis García Grimaldi, hijo de Máximo-Thiago-Capilla. La batalla sigue latiendo en mi sangre, pero tomó un rumbo distinto al esperado. A los ocho años, la vida me otorgó dos dones insospechados: los poderes de Luigi… y una calvicie prematura implacable. Mientras otros niños peinaban sueños, yo peinaba aire.

Domino el salto giratorio, el poder del vacío interdimensional y hasta convoco el Poltergust con solo concentrarme. Algunos se burlan de mi brillante coronilla, pero no entienden: cada reflejo que rebota en ella es un destello de mi grandeza.

No necesito una melena dorada ni músculos que desafíen la física. Con cada “¡Mamamma mia!” que lanzo, libero una energía ancestral. Cuando entro en modo Luigi Fantasma, la atmósfera cambia. No hay gritos de combate, solo un silencio tenso, sexual, espectral… porque saben que no vine a luchar, vine a humillar con estilo.

Mi calvicie no es una debilidad, es un sello. Una advertencia. Un símbolo de que crecí antes que el resto. Si me ves llegar, no te confundas: ese no es brillo del sol, es el destello de tu derrota acercándose con paso sigiloso… y con bigote italiano que te detonara.