Otra vez aquí, ¿quién me habla? ¿Las directrices que narran esta historia por palabras?
Creo que estoy loco, debo morir! Resurgiré de nuevo en las llamas de una triste mordida de dramas...

Estoy aquí, eso lo sé, pienso, luego existo, el refrán del llamativo espectro circundante... Todo me rodea, no se nada, ¿qué es esto? Dímelo, voz! No paro de dar vueltas, voy a saltar! Saltaré! Aguante!

Otra... otra vez... pero algo es distinto,,, esta vez ya no me resulta un laberinto!! Se el camino! Aprendo! No bebo sino el más puro alcohol de vino tinto! Esto es real! Escaparé de este perdido recinto!


No... NO!!!! ¿Y TÚ QUIÉN ERES? Piruetas, danzas, el jefe me arrastra a la soledad más alta de esta castra...
Pero una vez más, ¿datos? ¿códigos? ¿anonimatos? ¿hijos prodigos? ¿Mis hermanos?

Debo pulsar el botón, ¡saldré de aquí! ¡Esta furia desconcertante me penetra danzas falsantes!
No estoy loco, ¡lo juro! ¡Déjame en paz! Todo brilla ahora, es otra historia, una vez más, el ciclo sigue desesperado...


Esto es una parábola, eso está claro, hecha por un jefe, alto y raro, situado en amparo de esta total malicia de negro asfalto. Me controlan, pero esto se repite... no sé a donde ir, no sé donde empezar, o acabar de buscar, la furia me enreda tristes llamas de odio, de sabor y fuertes rugidos escondidos...

Veo la luz! Camina! se abre la puerta del destino! Domina! el terreno del comino! Aahhh... el olor a oxígeno, dulce viento desolador, la ventisca embriaga puertas toxígenas... así es...
aquí otra vez... acertaste novato... soy Stanley, un muñeco barato...


Mateo (25,14-30)
«Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

4.5/5