Querido Santa Claus:
Nuestro amado Dios sigue bendiciéndome con visiones, así que tengo la certeza absoluta de que el enemigo está cada día más cerca. Estaba limpiando las manchas del suelo de la habitación de Daniel cuando una música sagrada surgió en mi interior. Me provocó una visión pura, en la que vi a una criatura que era brillante como el sol, pero que tenía anillos de dientes sobre dientes en su interior; de allí le colgaban unas extremidades que creía que eran brazos, pero en realidad eran penes que se alzaban con un propósito juguetón. Mientras este sol monstruoso descendía, se fornicaba a la Tierra y daba a luz horrores encorvados y gigantescos que surgían de entre las llamas. El miedo se apoderó de mi interior, y era tan intenso que no podía ni respirar ni moverme... pero vi a mi misma varios años antes, cegando a Daniel con la teja. Intenté llorar, pero no podía. En ese momento, me desperté y estaba húmeda de lujuria, deseando con todas mis fuerzas sentir a un hombre en mi interior. Esa sensación no era muy diferente al miedo. Intenté conformarme con tus enseñanzas: "El terror es gloria por el movimiento de Dios". Pero me confortaría mucho más sentir toda tu virilidad en mi interior, junto con una firme oración para que el anticristo sea estrangulado en mi útero. La más fiel de tu rebaño, con un deseo sagrado.

Yoreia uwu